Después de
seis años de Foxilandia, ¿qué otra cosa podría esperarle a México sino
seis años fabulosos de FeCalandia? ¿Acaso no lo dijo el mismo Vicente
Fox, no dijo siendo aún Presidente de México que al país le esperaban
"seis años maravillosos" con Felipe Calderón? ¡Casi como si fuera un
cuento de hadas! Se sobreentiende que en estos seis años de abundancia y
dulzura los neofascistas de la Organización Nacional del Yunque y sus
organizaciones satélites así como los poderosos intereses económicos que
respaldaron a Felipe Calderón y a los cuales les debe su triunfo de
2006 y los cuales no se pudo quitar de encima, al grado que tiene que
entregar la presidencia de nuevo al PRI y totalmente impotente de poder
solicitar anular la elección pues aún debe favores.
Y Felipe
Calderón sabe mejor que nadie, que no puede sentirse lo suficientemente
fuerte como para desligarse en definitiva de estos grupos e intereses
nefastos. Porque a estas alturas ya sabe muy bien de las cosas de las
que son capaces sus "aliados". Seis años gloriosos. Seis años de
felicidad continuada. Seis años sin sobresaltos. Seis años de
tranquilidad para todos los mexicanos, sobre todo la gran mayoría
perteneciente a las clases populares, a merced al continuismo disfrazado
de alternancia y sana democracia.
El pueblo
de México despertó tarde como siempre ante la imagen patética y ridícula
de un hombrecillo mal disfrazado de soldado, que pretendía con su
presencia aparentar formar parte "de la tropa", y al mismo tiempo
pretendía representarse como el Presidente de TODOS los mexicanos,
incluido ese 80% que ni siquiera votó por él.
Con el
modelo neoliberal, que significa aumentar las ganancias del gran capital
nacional y extranjero, la sociedad no está representada en el Estado y
éste es incapaz de encarnarla. Y esto queda claro en Oaxaca, en Tabasco,
en Chiapas y en una gran cantidad de movimientos, y en la sociedad en
su conjunto. Además pretendía un control casi automático de los
ciudadanos, a través de la marginación, de la eficacia de los medios, de
la desmovilización social, del acotamiento de lo político a lo
electoral, y del elemento del miedo al cambio, que pudiera romper la
estabilidad económica y financiera, y por lo tanto al desempleo, a la
crisis, etcétera. Y de colocar a los individuos en una situación de
indefensión, aislados, incapaces de defenderse y obligados a la
sobrevivencia diaria.
Nos
encontramos entonces una sociedad que camina cada vez más hacia una
crisis que no tiene solución en el campo neoliberal, simplemente han
deteriorado todos los nexos sociales y nos ha llevado a una situación
que es casi de callejón sin salida. La única vía para mantener el modelo
neoliberal son gobiernos autoritarios, dictatoriales. Si no hay una
salida de transformación, de reforma social y de reforma del Estado,
simplemente yo no veo por dónde podamos hablar de transición a la
democracia más bien se puede hablar de transición a un Estado cada vez más autoritario, más cerrado, y a una supresión de libertades, incluso las formales que todavía disfrutamos en México.
La imagen
dramática de un Presidente mal disfrazado de "soldadito" apelando a la
lealtad incondicional del Ejército que le permita aplicar su mano dura,
consecuencia directa de los recursos torcidos a los que recurrió para
ser el Señor Presidente es solo la fachada que el saliente espurio
gobernante usó para evitar una posible explosión de ira popular, digo
con el ejercito en la calle quién se atrevería a una insurrección.
La vida que
todos soñamos de comodidades y copas sociales dignas del primer
mandatario se ven rebasadas por la realidad que FeCalandía deja como
herencia, es decir, alzas inflacionarias brutales de los alimentos más
esenciales consumidos por las clases populares, sobre todo los mexicanos
de clase humilde que conforman el grueso de la población, empezando por
el aumento de precio a la leche LICONSA, seguido por un desmedido
aumento al precio del maíz y de las tortillas situado muy por encima del
ridículo aumento al salario mínimo de dos pesos diarios y mejor ni
hablemos de las gasolinas. El neoliberalismo tecnocrático practicado por
la ultraderecha en el poder, no permite ni siquiera la adopción de
subsidios temporales de emergencia como en el caso de maíz para proteger
a las clases sociales más desprotegidas dejando el costo del alimento
más esencial de México sujeto a los caprichosos y violentos vaivenes de
un mercado libre desatado en su más salvaje y Darwiniana expresión.
Pa´que me entiendan "Los que no puedan pagar, pues que no coman".
Y al subir
la papa nuestra de cada día, prácticamente va subiendo lo demás en forma
desmedida desatándose una espiral inflacionaria en la cual, al caer el
poder adquisitivo de compra del peso, eventualmente asoma su cara el
espectro de la peor pesadilla de cualquier mexicano: una posible
devaluación del peso. En otros lugares no tan remotos, los daños
causados por inflación real es decir la de la canasta básica se paliaban
con aumentos salariales y subsidios al consumo. Pero ahora la situación
es completamente distinta. No existen en el gobierno pensamiento e
instrumentos reguladores. Y no hay, sobre todo, capacidad para enfrentar
el problema principalmente porque nos gobiernan puros dogmáticos del
neoliberalismo y harán lo que su fé les diga, aunque nos conduzcan, como
ya lo están haciendo, al infierno.
Una
puñalada trapera para toda la gente, una traición a las promesas de
campaña de disminuir el costo de los energéticos, y una desilusión para
los ilusos que votaron por quien portaba como lema "para vivir mejor".
Es la confirmación lamentable de la naturaleza oligárquica y despectiva
hacia el pueblo que encarna “EL SOLDADITO DEL POMO”. No hay sorpresa,
pero sí hay enojo. Otra vez son los pobres los que pagan la manipulación
económica, el fanatismo neoliberal de los gobernantes, la ineficacia
económica de quienes gobiernan y el aferramiento del poder en no tocar a
los poderosos.
¿Qué nos
espera después del fraude? Sin duda protección a gobernadores asesinos,
quizá detenciones masivas, el ejercito seguirá en la calle, la nueva
policía ministerial con todo el poder concentrado, presupuestos menores a
la educación pública porque ¿quién quiere universitarios
manifestándose?. Nada bueno podía derivarse de la imposición. Quienes
despachan en Los Pinos hoy ven al pueblo como algo ajeno, lejano y, peor
aún, lo ven con odio. No les importa nada. Para ellos, simplemente la
gente tendrá que aguantar. No les importa si viven con mayor dificultad o
sufrimiento. Para ellos México son los de arriba y nada más. Es su
visión, su concepción, descarnada y sin ropajes electorales. No sienten
compromiso con el pueblo, porque saben bien que el pueblo no los puso
donde están. Sí sienten mucho compromiso con los grandes intereses,
porque tienen perfectamente claro que todo se lo deben a los grandes
poderes económicos. Eso si los medios de comunicación que se desgarran
las vestiduras cuando hay marchas y plantones, indignados por las
afectaciones a los ciudadanos, no han levantado su voz para indignarse
por las afectaciones materiales y concretas que está viviendo la mayoría
de los mexicanos.
La forma de
nuestros gobiernos me recuerda a la Iglesia, que abrían hospicios con
el mismo dinero que les quitaban a los pobres para después fingir
ayudarlos. Se termina FeCalandía y nos espera la secuela de “cadenas de
amargura” con EPN como la diva de la novela, es el inicio de los seis
años maravillosos que otra vez Vicente Fox al igual que hace seis años
le dijo a México.
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