1. Es importante entender que la medalla de oro es un triunfo histórico para el deporte mexicano. Para el deporte y ya. Ahora nada más faltaría que México sea campeón en educación, combate a la pobreza, generación de empleos, seguridad, cultura, libertad de expresión, DEMOCRACIA, igualdad y distribución justa de la riqueza, diversidad, medio ambiente, participación ciudadana, transporte público y un larguísimo etcétera. El hecho de ganar una medalla olímpica no hace que las cosas en México estén bien como por arte de magia.
2. Celebremos, pero no se nos olvide que la lucha sigue. México acaba de ser víctima de una flagrante imposición electoral; en vez de olvidarlo, usemos la inercia triunfal olímpica para hacer actos de protesta contra esta imposición ahí donde se presenten celebraciones por la medalla de oro. Sin caer en provocaciones y sin atacar a los ciudadanos; la lucha es contra el gobierno y contra las instituciones, no contra el pueblo (un pueblo eminentemente futbolero).
3. Sintámonos contentos, mas no satisfechos. Sepamos separar un triunfo deportivo de la situación general mexicana. Sigue habiendo más de 50 millones de pobres, siguen muertas las más de 50 mil víctimas de la guerra contra el narco, siguen siendo corruptas nuestras instituciones; una medalla no va a cambiar nada de eso, como tampoco lo haría un campeonato mundial. Si somos capaces de entender que el futbol es mucho menos importante que todos estos problemas, estamos un paso adelante. Ya lo había dicho Cesar Luis Menotti, exjugador y entrenador argentino: "El futbol es la cosa más importante de todas las cosas menos importantes". Si, el futbol es bonito, sin duda digno de disfrutarse, siempre y cuando se entienda que es un simple entretenimiento, y nada más. Gritar ¡Gol! es una gran forma de sacar el estrés. Pero luchar por un mejor país es mucho más satisfactorio y trascendente.
4. Es divertido ver algún deporte, pero es mucho más divertido y sano PRACTICARLO. Así como es necesario alimentar nuestra mente leyendo, también es importante nutrir nuestro cuerpo haciendo alguna actividad física (puede ser sexo, si quieren. El asunto es no estar tooodo el jodido día pegados a la computadora).
5. Insisto, es divertido ver fútbol. Pero no puede ocupar una parte más grande de nuestro tiempo que la que debería ocupar nuestro interés por problemáticas sociales. NO PUEDE NI DEBE.
6. El deporte no tendría porque ser un arma mediática de control de masas, y sin embargo, lo es. Así que nada de comprar mercancía, de ver los partidos en las grandes televisoras (hay otras opciones), ni de desvivirnos por nuestro equipo como si de ello dependiera nuestra vida. Mucho menos caer en el fanatismo violento, una de las más grandes estupideces que un aficionado al futbol puede cometer. Eso de las luchas entre barras, ataques de fanáticos a jugadores, racismo y demás pendejadas me hacen creer que el humano hace ya mucho tiempo que debió haberse extinguido. La predisposición natural a la violencia es uno de los grandes lastres de nuestra especie.
Si siguen estas sencillas instrucciones, entonces nadie podrá criticar su gusto por el fútbol, y pueden salir a celebrar con la conciencia tranquila. Lo importante es aprender a distinguir entre ser aficionado y ser idiota. En resumen, digamos que ver futbol es como masturbarse: es divertido, sí, pero no por eso vamos a hablar de como lo hacemos todo el día. Mucho menos cambiaremos la situación del país por hacerlo durante horas.
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